El elemento clave del vino es la uva, que se divide en dos grandes grupos: blancas y tintas. Cada una de ellas, con su ADN identitario, define el color, aroma y sabor del vino. En cuanto al color, este lo aporta la piel de la uva a partir del proceso de maceración: contacto de la piel con el jugo de uva en la elaboración. Por lo tanto, dependerá del tipo de uva que se elija a la hora de elaborar el vino. De allí se definen los 3 tipos de vinos más comunes.